Creo
que voy a escribir un poema.
Me
vendrá bien,
así, como quien no quiere la cosa.
Sin
ninguna pretensión artística,
como
quien va a comprar el pan por la mañana,
o
preparar una tortilla por la noche.
Sin
pensar demasiado.
De
manera automática.
Solo
para soltar los dedos en el teclado y
expulsar
cuatro palabras en los versos.
Las
que me sobran,
o más
bien necesito,
como
que los balcones ya no tienen geranios
o que mis ventanas al mundo
se
asoman vacías.
Palabras,
para
que sepas que esto no es un poema,
solo
mentiras,
invenciones
a cinco versos,
patrañas
a cuatros estrofas.
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